miércoles, 4 de marzo de 2009

HISTORIA






El escudo de la Villa condensa en los símbolos que contiene la Historia del pueblo:






En el mantel inferior se representa un tejo, en latín “taxus”, árbol sagrado de los Celtas, de hoja perenne, de donde deriva la etimología del nombre TEJEDA, como señala Joan Corominas en su Diccionario Crítico Etimológico de la Lengua Castellana. Fue el 2 de Julio de 1.916, en la Gaceta de Madrid cuando se publica un real decreto aprobando la reforma propuesta por la Real Sociedad Geográfica cambiando la denominación de algunos pueblos de España para evitar, según ellos, "la extraordinaria y lamentable confusión" con otras localidades del mismo nombre. Y de esta manera queda redactado: "Tejeda, partido de Plasencia, se llamará Tejeda de Tiétar". Creemos que sin mucho acierto añadieron esa “coletilla”, al nombre histórico de TEXEDA ‑ TEJEDA.






Esta remota procedencia es avalada por los restos arqueológicos encontrados en las proximidades de la Villa, por lo que podemos deducir que en las cercanías hubo un asentamiento romanizado, todavía sin localizar. Prueba fehaciente de esta conclusión es la lápida de piedra granítica de 87cms. de alta por 38 cm. de ancha que se halla empotrada en el muro sur de la iglesia. Se trata de un ara votiva dedicada en honor de las divinidades, según José María Domínguez, Selais Duillas, diosas protectoras de la vegetación; aproximadamente se puede fechar en el siglo II. Recordemos que los niños de muchas generaciones, hasta hace bien poco, la apedreaban y meaban, como si se tratara de un rito, tradición inculcada por los antepasados ante todo lo que significara paganismo, y para mayor mofa lleva el mote despectivo de "La Muerte Pelona". La figura antropomorfa que se ha grabado en la piedra representa, según las últimas investigaciones del historiador José María Domínguez, un danzante tocado con una especie de ros, sombrero de picos o montera; parece adivinarse los brazos que sujetan con sus manos dos palos, y viste una falda o enagüilla que llega hasta las rodillas, fuertemente almidonada para que el vuelo sea más amplio, y sus piernas ligeramente curvadas, distinguiéndose claramente los pies descalzos que bailan de puntillas, lo que nos hace interpretar como el ejecutor de una danza de paloteo y, por consiguiente, es la primera representación de este tipo que conocemos.






Otro grabado rupestre se halla en la parte baja, junto al abside que, según el autor mencionado, la figura presenta el perfil de un diábolo, grabado esquemático de una figura humana femenina, que cabe datarse como de la Edad del Bronce Final, es decir, de una fecha que ronda en torno al siglo VIII antes de Cristo.






También en las caras norte y sur de la iglesia se observan en la parte alta sendos fragmentos de mármol blanco, decorados con una orla de ovas y contarios, de origen romano.






Además, se han recogido en la dehesa boyal trozos de cerámica, “tégulas”, molinos de mano incompletos, piedras con inscripciones, como la losa encontrada por Marcos Manzano, de carácter funerario, grabada a finales del siglo II o principios del III, cuya traducción dice: “A Lucio… Su hijo Camalo, Pinara y Apana, hijas de Lucio y su mujer Pisira, (hija) de Boutio y su madre Cabura, hija de Cenón, procuraron hacerlo” (V. La Micaela Nº 86); y se sabe de alguna tumba excavada en la roca. Todos estos hallazgos nos muestran la existencia de alguna villa romana en las proximidades del pueblo.






En el mantel derecho del escudo se ha representado en campo de oro una banda de sable, que son las armas de don Gutierre de Carvajal, Obispo de Plasencía, el cual durante su episcopado (1.524‑1.559) reconstruyó el templo parroquial de la Villa, su principal obra de arte, como lo demuestra el escudo del Obispo esculpido y policromado en la gran clave de la bóveda de crucería que cubre la capilla mayor.






Parece ser que la iglesia se construyó sobre los muros existentes del templo primitivo que data aproximadamente del siglo XIV, como puede apreciarse claramente en el muro occidental, por encima del rosetón: la diferencia de mampostería en la zona superior de la pared, nos da a entender que la iglesia fue elevada en tiempos del famoso Obispo‑ Arquitecto. También en la torre se observa un segundo cuerpo de ladrillo, posterior al resto de la fábrica, construida de piedra y donde se perciben tres vanos cegados que originariamente alojaron las campanas.






Sin duda alguna podemos afirmar que el grandioso templo parroquial, declarado Monumento Histórico‑ Artístico el 13 de Diciembre de 1.979, es una "joya real". como canta la “Jotilla de Tejeda”.






La planta de la iglesia es de única y espaciosa nave, diferenciada en dos cuerpos de los cuales uno corresponde a la capilla mayor, de bóveda de piedra con nervaduras de lo mismo, y el otro, correspondiente a los fieles; separados ambos por un arco toral de piedra de sillería de ocho metros de luz. La parte de los fieles está dividida por cuatro arcos ojivales de 9,90 metros de luz que sostienen el artesonado de madera de la techumbre. La superficie de su interior es de 35 metros de largo por 11 m. de ancho; la altura de la nave sobrepasa los 15 metros.






El templo con su ábside poligonal (cinco lados), los altos muros, los contrafuertes, el original rosetón con una estrella de cinco puntas que representan las cinco extremidades del hombre: la cabeza, los dos brazos y las dos piernas, también, sus cinco sentidos (no podemos confundir con la estrella de David de seis puntas), formado por tracerías de piedra, y la esbelta torre o campanario constituye un espléndido monumento pétreo.






En el interior de la iglesia se conserva el bello retablo mayor: esta extraordinaria






Obra se remonta al año 1.568. De estilo plateresco, de cinco órdenes: tres de imaginería y dos de tableros de pincel. Los autores de las tallas fueron los entalladores placentinos Francisco y Baltasar García. El pintor de Plasencia Antonio Pérez de Cervera, hermano de Diego Pérez, pintó la tabla de San Miguel, y puede que también los otros cinco cuadros, ya que según el profesor Montero Aparicio "por el análisis estilístico parecen corresponder todos a un mismo autor. Estos dos hermanos y el célebre Luis de Morales fueron los autores de las tablas del retablo mayor de San Martín de Plasencia.






Sobre los retablos de las iglesias de la comarca de La Vera, escribe Domingo Montero Aparicio: "Casi todos los conservados son obras de segunda categoría a excepcíón del mayor de Tejeda, uno de los mejores de su estilo en Extremadura y el único existente de los retablos mayores del XVI que figuraban en los Inventarios de ese siglo".






Además de otras imágenes de gran valor del siglo XVI, principios del XVII, guarda un preciado tesoro, una talla pequeña de 60 cm. de influencia románica, procedente de una vieja ermita, bajo la advocaci6n de Nuestra Señora de la Torre, que según el profesor citado "podemos considerarla como una de las mejores obras de su género en la región extremeña y, desde luego, la más antigua escultura exenta de la comarca de La Vera".






La ermita se halla situada en un asentamiento primitivo, distante una legua, donde se celebraba romería todos los lunes de Pascua; actualmente permanece convertida en una casa de heno.






Cuenta la leyenda que la imagen fue descubierta por un toro que pastaba en aquellos parajes, y que solía alejarse diariamente de la vacada siguiendo siempre una misma y extraña direcci6n. Un día el vaquero decidió seguirlo y cuál no sería su sorpresa cuando vio que el animal se hallaba reclinado ante la Virgen que había desenterrado junto al tronco de un roble. Otra leyenda, menos extendida, narra que fue encontrada por un labriego mientras araba con la yunta de bueyes. Pero lo más fácil es que fuera enterrada cuando la invasión de los musulmanes, para evitar que fuera profanada por los sarracenos.






Esta imagen ha sido restaurada en el año 1.989 en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla por el catedrático de restauración D. Francisco Arquillo Torres, que anteriormente había restaurado la Virgen de Guadalupe y La Macarena entre las tallas más conocidas.






El Profesor ha elogiado en gran medida la obra de arte, y ha manifestado que en su opinión se trata de una de las imágenes, dada su antigüedad del siglo XII, más valiosa y que mejor conserva su primera policromía. Para mayor sorpresa y misterio, el catedrático admitió que el rostro de la Virgen era moreno; pero que había conservado la policromía actual por respeto a la devoción y veneración de los fieles tejedanos.






En el mantel izquierdo se muestra las armas de los Vera: Veros en ondas de plata y azur, escudo de Doña Catalina Antonia de Vera y Tovar, Condesa de la Roca, Vizcondesa de Sierrabrava y Señora de TEJEDA.






Un hecho trascendental para la Villa acaeció en la segunda mitad del siglo XVII. En esta centuria como consecuencia de las enormes necesidades de la Corona a causa de las guerras y debido a la crisis de la Monarquía de los Austria, se va a producir un importante tránsito de aldeas y lugares de realengo a la condición de villas señoriales a cambio de fuertes sumas de dinero, volviéndose a una nueva feudalización.






Así el 28 de Abril del año 1.656 Doña Catalina Antonia de Vera y Tovar, Dama de la Reina (aún no había heredado el título de Condesa), compró a su Majestad Felipe IV la Jurisdicción, Señorío y Vasallaje del lugar de Texeda, como se lee en el manuscrito de compra‑ venta que se conserva en el Archivo General de Simancas, por la cantidad de 7.5049849 maravedís de vellón, con esta venta TEJEDA adquiere el privilegio de Villazgo; antes era aldea o lugar, población sin jurisdicción y sin privilegios. Y para mostrar su poder de Jurisdicción Propia manda "poner y pongan en el dicho lugar orca: picota, cuchillo, cárcel, cepo, azote y las demás insignias de jurisdicci6n que para ello fueren necesarios".






La Picota, conocida popularmente por la Micaela, tal vez, debido a una derivación femenina del nombre latino Michael (Micael), que significa Miguel, Patrón del pueblo, San Miguel, se ha mantenido en pie en la plaza que llaman "El Rollo", en la Antigua Plaza de la Villa, hasta el año 1.925 que fue destruido por mandato de un alcalde durante la Dictadura del General Primo de Rivera.






La Condesa muere el 12 de Septiembre de 1.685, como reza la partida de defunción que ha trascrito José Miguel de Mayorazgo y Lodo, Conde de los Acevedos. Diez días antes, testó ante Juan Novoa, escribano real, "estando achacosa, pero en mi juicio y entendimiento natural", como ella misma acepta. Después de referirse a distintas encomiendas escribe: "Y usando de la facultad que tengo, desde ahora doy por libre de dicho Señorío y Vasallaje a dicha mi villa de TEJEDA y a todos los vecinos de ella para que por sí se gobiernen y rijan, porque no quiero que tengan otro dueño, no siéndolo yo".






Este gesto propio de su nobleza ha sido grabado en mármol en la Plaza Mayor por sus vasallos, cuando hace unos años se conmemoró el tercer centenario de la liberación de la Villa.






Otro hecho que es necesario reseñar para comprender la Historia de Tejeda tuvo lugar en el Parque de Monfragüe, único espacio natural protegido de Extremadura, en la pequeña ermita que se construyó al lado poniente del castillo. A los pies de la Virgen se conservan unos hermosos azulejos talaveranos que decoran el frontal del altar, y a ambos lados, en la parte inferior, figuran sendos medallones, y dentro una escritura de mayúsculas, enlazadas aquellas letras que tienen algún trazo común: en el letrero de la izquierda nos parece escuchar el clamor de nuestros antepasados que nos recuerdan “ESTE FRONTAL ICIERON DE LIMOSNAS”, y las últimas palabras que con orgullo y honor tatuaremos en lo mejor de nuestros cuerpos “LOS DEBOTOS DE






LA BILLA DE TEIEDA ‑ 1.685”.






Leyenda Urbana






Se dice que un toro pasaba en el que hoy es la deesa de paniagüa y solía alejarse de la vacada siguiendo siempre la misma dirección esto llamó la atención del vaquero, que decidión seguirle, tal fué su sorpresa que encontró al toro que permaneciá inclinando sobre la talla de una virgen que él mismo había desterrados.

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